La crisis de salud provocada por el COVID 19 ha generado diversos efectos, tanto en lo personal como en lo laboral. Entonces, ¿cómo humanizar la vida y el trabajo frente al COVID-19? Desde discusiones bizantinas y descalificatorias, entre amigos, familiares (y para qué decir en redes sociales) por imponer acciones para controlar este virus.

Hasta empresas, que en lo único que se están enfocando es en tratar de mantener la productividad, desempeño y “compromiso” a través de sistemas tecnológicos que controlan el horario de conexión, cuánto tiempo se demoró una persona en almorzar y la hora de desconexión.

Estas y otras situaciones me ha tocado vivirlas y observarlas en primera persona o de manera indirecta y, hasta aquí, me han dado una señal de alarma que me motivaron a escribir estas reflexiones y sugerencias. Espero que les hagan sentido.

Reflexiones desde lo personal

Sin duda hemos recibido una señal potente de humildad para tomar conciencia de lo frágil que podemos ser como individuos por mucha tecnología, desarrollo y creatividad que ostentemos; también ha sido un espacio “obligado” para aprender a convivir de una manera distinta o más íntima con nuestras familias o entorno directo.

Esto es que para aquellos que a veces somos un poco “trabajólicos” y pasamos mucho tiempo fuera de la casa, está siendo un momento para estar más tiempo con los seres que amamos. Quizás no todo es tan dulce, cuando aún no sabemos conciliar bien el trabajo en casa con la vida con los hijos, esposa, etc.

Sin embargo, de todas maneras, creo que -en este aspecto- el balance es mucho más positivo y una oportunidad de redescubrirnos en nuestro espacio de intimidad con los nuestros. También creo que -en el ámbito personal- una crisis como esta pone en juego qué tan empáticos y realmente solidarios podemos ser con los demás.

Empatía 

La empatía y solidaridad no tiene que ver sólo con que cada uno sea responsable de cuidarse, evitar salir de casa, o hacer cuarentena absoluta si ha sido diagnosticado con Coronavirus; sino que también con ser capaces de entender las diferentes realidades y contextos de personas de distintas edades, ocupaciones, situaciones socioeconómicas, etc. antes de opinar respecto a diversas medidas que se pueden adoptar (personales o decretadas por las autoridades); es legítimo que cada cual tenga su opinión, pero de ahí a descalificar a quienes piensen distinto, creo que no es aceptable.

Solidaridad

También es parte de la solidaridad -además de aplaudir a quienes deben seguir trabajando por el bien de la sociedad (especialistas de la salud, fuerzas armadas, quienes limpian las calles, bomberos…)- pensar en las personas que puedan depender de nosotros y que se ven forzados a quedarse en sus casas; por ejemplo: el jardinero, quien ayude normalmente con el cuidado de los hijos, el almacén de la esquina, etc. ¿Qué tal si le aseguramos el sueldo a esas personas que es muy probable vean dramáticamente mermados sus ingresos y pueden llegar a no tener para sus necesidades más básicas?, ¿será muy descabellado pensar que -mientras esté dentro de nuestras posibilidades-  le paguemos igual íntegramente el salario a la asesora del hogar, independiente de los días que pudo trabajar? O ¿si no tenemos a nadie directo, comenzar a armar colectas para aquellas personas anónimas que por años recorren las calles haciendo arreglos de distinto tipo, para ayudarles a su sustento? Se los propongo para reflexionar…

Quizás también sea la oportunidad perfecta para aprovechar de comunicarnos más con nuestros amigos y familiares, por teléfono, whatsapp, videollamadas, para saber cómo se encuentran, cómo están viviendo este proceso, qué ayuda podrían necesitar.

¿Y respecto al trabajo podemos hacer algo distinto?

Desde lo laboral, creo que el desafío tampoco es menor. La tecnología es maravillosa y, sin duda, ayuda a que estemos conectados, compartamos conocimientos y experiencias, para que podamos hacer home office, no obstante, al parecer no todos tienen mucha experiencia en esta modalidad de trabajo. Al menos así lo demuestra el estudio realizado por Trabajando.com, el cual afirma que, si bien, el 87% de los colaboradores están trabajando desde su casa, sólo el 48% lo había hecho antes.

Considerando lo anterior, el desarrollar las labores desde el hogar puede ser todo un reto, más aún para quienes lo están experimentando por primera vez. En este sentido, no me detendré en lo técnico ni tecnológico, ya que para eso hay muchos especialistas y recomendaciones desde el punto de vista de: tener buena conexión, contar con laptops, idealmente un ambiente específico para trabajar, o programas para conectarse con distintos fines (Zoom, para videoconferencias de alta calidad; Mural, que facilita la elaboración de lienzos; Dropbox, para guardar, compartir y acceder los documentos desde la “nube”; Trello, tableros virtuales que permiten -por ejemplo- llevar el estado de avance de proyectos, etc.). Por el contrario, me centraré nuevamente en lo humano, ya que es donde creo que está el mayor riesgo.

Relaciones Humanas

Como vimos, existen distintas herramientas y aplicaciones para facilitar las labores desde la casa, pero ¿qué pasa con las relaciones humanas?, ¿cómo reemplazamos la conversación informal con los colegas?, ¿las horas de almuerzo juntos?, ¿el apoyo que en más de alguna oportunidad hemos recibido de algún compañero o jefe al estar atravesando una situación compleja?, ¿el único norte al estar desde nuestros espacios privados es mantener la productividad de la compañía y buen desempeño de los colaboradores? No sé si estarán de acuerdo conmigo, pero mi respuesta es claramente que no.

Es cierto las empresas son empresas (valga la redundancia) y no fundaciones, es decir, deben mantener sus operaciones de la manera más eficiente y productiva posible para ser rentables y sostenibles como organización…por el bien de los accionistas, ejecutivos y trabajadores; empero, igual de importante es la calidad de vida, y desarrollo personal de la fuerza laboral.

Lamentablemente (o afortunadamente, depende como se vea…) la tecnología aún no reemplaza lo humano, el contacto, la cercanía; eso depende principalmente de cada uno de nosotros, por lo que aquí veo una nueva oportunidad de que quien esté convencido de lo mismo, pueda marcar la diferencia y entusiasmar al resto. ¿Qué ideas se me ocurren?

Jorge Ulzen
Director Ejecutivo DeciDes